Lápices plantables. ¡Devolviendo vida!

¿Sabe que cada día se producen 135 millones de bolígrafos de plástico en todo el mundo? ¿Y sabe dónde termina gran parte del plástico que utilizamos? Desgraciadamente en mares y océanos, perjudicando los ecosistemas acuáticos y la supervivencia de las especies que habitan en ellos.

¿Podemos hacer algo? Desde luego. Aún estamos a tiempo. Y cualquier acción, incluso la que parezca más insignificante puede tener un impacto favorable sobre el medio ambiente.

Convencidos de que no hay pasos pequeños, Sprout World ha creado unos lápices plantables que devuelven a la tierra lo que ésta le dio para su elaboración.

Un utensilio tan antiguo como el lápiz, que ha cumplido 456 años desde que se descubriera el granito en 1.564 y se utilizara para marcar ovejas en Inglaterra, ha sido capaz de adaptarse a los nuevos tiempos y sobrevivir al tsunami digital.

Cada año se producen 14.000 millones de lápices en todo el mundo, pero en vez de tirarlos cuando hayan llegado al ocaso de su vida útil como estamos acostumbrados a hacer, lo que plantea esta startup danesa es darles la vuelta y plantarlos en una maceta para ver germinar en el plazo de una a cuatro semanas plantas, flores o vegetales...

Esto se consigue gracias a una capsula de semillas que incorpora el lápiz en el extremo donde normalmente iría la clásica goma de borrar. De esta manera, logran que sus lápices -100% naturales y hechos de madera certificada, es decir, de bosques sostenibles donde se planta un árbol nuevo cada vez que se quita uno-, tengan una doble vida. Así, cuando ya son demasiado cortos para escribir o colorear, se introducen en la tierra y en una semanas crecen los primeros brotes de albahaca, tomillo, salvia, tomate cherry, girasol, no-me-olvides, clavel, margarita, chía, tomillo, cilantro o abeto.

"Queremos inspirar a que la gente haga pequeños pasos en el día a día para vivir una vida más ecológica y sostenible", defiende Stine Cristina Mynster, directora de Comunicación y Relaciones Públicas de esta compañía danesa. "Tratamos de que el consumidor le dé una nueva vida cuando ya acabe su primera función. De esta forma se convierte en un símbolo de la sostenibilidad. Y te hace pensar: ¿si puedo plantar un lápiz después de usarlo, qué más puedo hacer por el medioambiente?", asegura.

Su fundador, Michael Stausholm, se enamoró en 2013 de la idea que habían desarrollado un grupo de estudiantes de la universidad de Massachussets, en Boston, como parte de un trabajo sobre cómo sería la herramienta de oficina del futuro. Pusieron su invención en Kickstarter y este emprendedor danés decidió comprarles la patente y fundó Sprout World.

Desde entonces, fabrican unos cinco millones de lápices plantables al año y han vendido más de 30 millones en más de 80 países tanto a empresas y organizaciones como a consumidores privados a través de la tienda de Sprout World o en Amazon.

Además, estos originales lápices también se pueden personalizar. "Las empresas ponen su logotipo y mensaje en ellos y los usan para obsequios promocionales. Hay empresarios que incluso los compran como su tarjeta de visita en vez de una tarjeta tradicional. Las personas privadas también los personalizan para regalos en bodas, bautizos, aniversarios o cumpleaños", explica Mynster.

"Queremos inspirar con buenos ejemplos, ser una inspiración positiva. Hay una tendencia de culpar al consumidor por no ser sostenible, pero no es la manera de hacerlo, es contraproducente", añade.

Por eso, en apenas unas semanas lanzarán un nuevo producto: el primer lápiz de maquillaje del mundo que puedes plantar después de su uso. Un delineador 100% natural de ojos negro que se transforma en flores salvajes. ¿Quién va a querer así tirarlo a la basura cuando ya no sirva?