La conservación del medio marino no es solo una obligación ambiental, sino también una oportunidad para garantizar el futuro de la humanidad.
Un humorístico lema hippie decía así: «No pises la hierba, fúmatela». Con el cambio de tiempos y los archiconocidos desastres ambientales procede un cambio de lema: «No fumes la hierba, cómetela». Ahí se concentran dos cuestiones importantes. Una que fumar no es bueno para la salud (ni la humana ni la planetaria). Y dos, que para mejorar la salud (nuestra y del planeta) resulta beneficioso comer más hierbas, más plantas, es decir ser más veganos, vegetarianos, o al menos, flexitarianos.
El rito de fumar es muy antiguo, pero eso no es un argumento en su favor. Diversas culturas han fumado distintos tipos de hierbas. Ahora bien, ninguna sabía como se sabe hoy lo negativo de ese acto. De hecho, el convertirlo en hábito y vicio es algo propio de nuestra sociedad consumista. Fumar es otro tipo de consumo sin sentido. Su publicidad (ya prohibida en casi todo el globo) pretendía mostrar gente feliz, sana y sin problemas, pero el tabaco no trae esos ingredientes sino que los aleja. La publicidad engaña a los incautos que, en muchos casos suelen ser jóvenes, la presa ideal de las industrias del tabaco, pues un fumador joven garantiza muchos años de consumo. Es muy difícil que un adulto empiece a fumar si no fumó nunca en su etapa adolescente. Las tabacaleras se gastaban mucho en publicidad y engañaron respecto a las consecuencias..
Un argumento del fumador es que «le gusta fumar» y se siente bien haciéndolo. Y… ¡claro! a mí también me gusta beber agua cuando tengo sed, pero no por ello dejo de beber agua un tiempo, para luego sentirme bien bebiendo. La realidad es que el fumador necesita fumar para sentirse normal (no para sentirse mejor). Ese es el efecto del tabaco, como droga que es. Y mientras se fuma se van consiguiendo unos premios especiales: enfermedades pulmonares (cáncer, enfisema…), cáncer también de garganta, faringe, laringe, esófago, riñones, vejiga, páncreas, útero…, además de enfermedades cardiovasculares y del aparato digestivo, carencias nutricionales, enfermedades y trastornos del aparato reproductor femenino y también del masculino (incluyendo impotencia), problemas en el embarazo, enfermedad periodontal y piorrea (con hasta pérdida de piezas dentarias). Y tenemos que sumar menor vitalidad, mayor cansancio, pérdida de capacidades para cualquier tipo de ejercicio físico y un rotundo empeoramiento progresivo de la calidad de vida. Se vive menos y peor (al menos los últimos años de vida).
El cáncer de pulmón es una enfermedad prácticamente desconocida en los países en vías de desarrollo donde no se fuma. Y los efectos del tabaco se unen a la contaminación atmosférica de las ciudades de los países industrializados para producir efectos sinérgicos denunciados por los científicos B.J. Nebel y R.T. Wrigth, en su libro «Ciencias Ambientales: Ecología y Desarrollo Sostenible«, donde aclaran que «el tabaco causa más muertes y sufrimiento entre los adultos que cualquier otro material tóxico del ambiente». O sea, que no es absurdo escandalizarse por el humo del tabaco aún viviendo en una ciudad contaminada.
Razones para dejar de fumar hay, a montones: mejoras en salud, evitar el mal aliento y mal olor (de la ropa y la casa de los fumadores), aumento de sueldo (más aún si se incluyen los gastos en mecheros, ropa quemada, gastos médicos y farmacéuticos, etc.), recuperación del gusto y el olfato, mejora de imagen (fumar ya está mal visto socialmente, pero además fumar favorece la aparición de arrugas, celulitis…), el mal ejemplo para hijos y otros niños, por no seguir hablando.
Pero además, fumar no es ecológico también por muchas razones, entre las que quizás la menor es el humo que se genera y su contribución al dióxido de carbono (gas de efecto invernadero). A eso hay que sumar lo que ensucia la industria tabaquera (pesticidas, abonos químicos, fabricación, transporte…), lo que contaminan los residuos en forma de ceniza y colillas en las calles, campo, playa… y el riesgo de incendios forestales (o en casa). Multitud de hectáreas son dedicadas a cultivar una planta para quemarla y contribuir a un envenenamiento colectivo. Bien podrían esos terrenos aprovecharse para plantar comida, árboles o dejarla libre a la Naturaleza.
Fumar en público implica hacer publicidad del tabaco y molestar a los de alrededor (a veces incluso sin que ellos se quejen o lo noten). Fumar es dilapidar miserablemente el dinero, que podría emplearse en multitud de cosas más útiles para usted, para los demás o para la naturaleza. El tabaquismo no es la causa de la pobreza, pero nos iría mejor empleando el dinero dedicado al tabaco a otros fines (empresariales, medioambientales, sociales, educativos…).
Pasando al segundo tema que aludíamos al principio, también una alimentación sana, con menos carne y menos grasa ayuda a dejar el absurdo vicio del tabaquismo. No se trata, evidentemente, de llegar a la enfermedad conocida como «ortorexia«, una obsesión patológica por la comida sana que puede llevar a la malnutrición e incluso la muerte. Lo que preocupa a muchos ecologistas es cómo se trata a los animales y qué repercusiones tiene el consumo de tanta carne en el medio ambiente. Muchos vegetarianos y veganos NO lo son por cuestiones de salud o dietéticas, sino por cuestiones meramente éticas respecto a los animales o la naturaleza en su conjunto.
Piense, al menos un momento, que hay mucha gente que muere de hambre y, en el mismo planeta, se emplea un tercio de la producción de cereales para alimentación del ganado con el objetivo de obtener carne y leche. En los países ricos es muy raro ya ver vacas pastando libremente, comiendo hierbas. Cuando lo hacen es simplemente como suplemento alimenticio, siendo principalmente alimentadas con cereales y piensos, recolectados y fabricados muy posiblemente a muchos kilómetros de distancia. Pero incluso ya sabemos que la agricultura extensiva tampoco es ambientalmente adecuada. Es así fácil demostrar que la producción de carne requiere mucho mayor gasto de recursos (energía, agua, tierra, abonos…) que la producción del alimento vegetal equivalente. También sorprende que los países pobres exporten carne a los países ricos. Es decir, la comida viaja desde donde se necesita mucho a donde se paga mucho, siguiendo la elemental lógica del comercio.
Es posible, como apunta el naturalista Arturo Valledor, que nuestro principal motor evolutivo haya sido la afición por la carne. O sea, que la evolución de nuestra especie hacia la actual situación intelectual y de dominio en el mundo no hubiera sido posible con una alimentación estrictamente vegetariana. Pero eso no sustenta, de ninguna de las maneras, que el actual consumo creciente de carne sea positivo y pueda mantenerse o extenderse a toda la población mundial. Y de intentarlo se demostraría que el estado evolutivo intelectual actual no fue suficiente para evitar el colapso de nuestra civilización (o incluso de nuestra especie como apunta el propio Valledor).
Para que quede bien claro, no exigimos un vegetarianismo o veganismo estricto para todos. Si los Homo sapiens nos caracterizamos por ser «sapiens«, debemos aplicar esa sabiduría en conocer las repercusiones de una dieta que incluya carne diaria o semanalmente y sin conocer el origen de esa carne (ni su alimentación, ni la calidad de su vida, ni el trato recibido, ni la forma de su sacrificio, etc.). El documental «Earthlings» (Terrícolas), que muestra el trato cruel que nuestra especie da a cualesquiera otras especies, es un pequeño gesto para abrir los ojos al mundo. Intenta hacer una visita al matadero donde matan lo que te comes y verás solo una parte del documental. Para colegios se recomiendan otras visitas interesantes.
Lo mejor es que todo el mundo puede dejar de fumar y basar su dieta en poca carne. Para lo primero hay varios métodos que te será fácil encontrar (por internet, en tu farmacia, en tu médico…), pero lo más importante en todos ellos es tener una firme decisión de dejar de fumar. La decisión ha de ser firme para evitar frustrantes recaídas. Pero cada recaída no es un fracaso sino un pequeño éxito.
Tras todo lo visto, el lema que inspiraba a fumar menos y a comer más vegetales, espero que no le parezca una cosa solo para reír, sino que refleja problemas muy graves que está en nuestra mano empeorar o mejorar.
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