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Así lo concluye un estudio liderado por el Centro de Astrobiología (CAB)-Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA-CSIC), con participación del Instituto de Química Física Blas Carrera (IQF-CSIC), el cual muestra que las dosis de radiación ultravioleta medidas desde la superficie de Marte son comparables a los que se cree que existían en la Tierra primitiva y, por tanto, no son absolutamente incompatible con la vida.
Este trabajo, publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS), recoge las dosis de radiación obtenidas gracias al instrumento REMS, que llegó al cráter Gale, cerca del ecuador del planeta, en 2012, a bordo del rover ‘Curiosity’ de la NASA. Para ello, durante más de cinco años marcianos, equivalentes a más de 10 años terrestres, los investigadores analizaron los datos de la radiación ultravioleta en las tres bandas principales: UV-A, UV-B y UV-C.
Estas se distinguen por su energía y posible daño a los seres vivos: la radiación UV-A es la que presenta menor energía; UV-B tiene una mayor potencia; y UV-C es la que presenta mayor energía y, por tanto, es la más dañina para los organismos vivos. Los investigadores del CAB que lideran el estudio, Daniel Viúdez-Moreiras, María Paz Zorzano y Alberto González Fairén, explicaron que los resultados muestran que la radiación UV en Marte que alcanza la superficie del cráter Gale, se compone, en promedio, de “80% UV-A, 15% UV-B y 5% UV-C”.
En la Tierra, la radiación UV-C, así como la mayor parte de la UV-B, es apantallada por la capa de ozono, que protege el planeta. En cmabio, la atmósfera de Marte es unas 100 veces más tenue que la de la Tierra, por lo que no absorbe la radiación solar de la misma manera y, por tanto, esta radiación llega a la superficie prácticamente en su totalidad.
Además, los hallazgos del estudio muestran variaciones drásticas y muy rápidas en los niveles de radiación UV, capaces de cambiar las dosis en más de un 30% en pocos soles (días marcianos). Los investigadores aclararon que la escasa protección que proporciona la atmósfera de Marte frente a la radiación ultravioleta es debida al polvo que se encuentra en suspensión, particularmente relevante en la estación de tormentas de polvo y, “en menor medida, del ozono presente en la atmósfera de Marte”.
Las variaciones mencionadas son “complejas e impredecibles” con los modelos atmosféricos actuales, por lo que la instrumentación desplegada en la superficie de Marte resulta “imprescindible” para conocer el entorno de radiación en el planeta, según añadieron los científicos.
A pesar de su potencia esterilizadora, este estudio señala que la radiación ultravioleta que alcanza la superficie marciana no es absolutamente incompatible con la vida, pudiendo no ser suficiente por sí sola para eliminar todos los microorganismos terrestres que viajan a bordo de las misiones espaciales. Por ello, los investigadores destacaron la necesidad de seguir aplicando estrictas medidas de protección planetaria para evitar la contaminación de Marte con vida terrestre, sobre todo en futuras misiones tripuladas.
El estudio contó con la colaboración del equipo de la misión Mars Science Laboratory (MSL) de la NASA, y fue financiado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) de la Unión Europea (UE) y el proyecto ‘MarsFirstWater’, European Research Council Consolidator Grant.
(SERVIMEDIA)
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