El planeta perderá en dos décadas tantas especies de vertebrados terrestres como en el siglo XX

Científicos proponen un acuerdo global que prohíba el comercio de especies silvestres

Naturaleza 02/06/2020 Redacción Redacción
vertebrados
El rinoceronte de Sumatra, con 80 individuos, es uno de los mamíferos más amenazados de la Tierra | Foto: Rhett Buttler/Mongabay

La tasa de extinción de especies de animales vertebrados terrestres es ahora probablemente mucho más alta de lo que se pensaba antes y erosiona la capacidad de la naturaleza para proporcionar servicios vitales a las personas.
Es la conclusión principal de un nuevo estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'. Uno de sus autores es el biólogo Paul Ehrlich, de la Universidad Stanford (Estados Unidos), quien fue coautor en 2015 de un trabajo que declaró que la sexta extinción masiva de especies estaba en marcha.

El nuevo trabajo indica que el comercio de vida silvestre y otros impactos humanos han eliminado cientos de especies y llevado a muchas más al borde de la extinción a un ritmo sin precedentes. Los científicos calculan que al menos 543 especies de vertebrados terrestres se extinguieron a lo largo del siglo XX y consideran que es probable que casi el mismo número lo haga sólo en las próximas dos décadas.

Los efectos en cascada de esa tendencia en la aceleración de la extinción de especies incluyen una intensificación de las amenazas a la salud humana, como el Covid-19, enfermedad pandémica causada por el nuevo coronavirus. "Cuando la humanidad extermina poblaciones y especies de otras criaturas, está cortando la extremidad sobre la que se asienta, destruyendo partes funcionales de nuestro propio sistema de soporte vital", apunta Ehrlich, que también es miembro superior emérito del Instituto Woods de Stanford para el Medio Ambiente.

Ehrlich indica que "la conservación de las especies en peligro de extinción debería elevarse a emergencia nacional y mundial para los gobiernos e instituciones, lo que equivale a la interrupción del clima a la que está vinculada".

Ecosistemas desde los arrecifes de coral y los bosques de manglares hasta las selvas y los desiertos dependen de las relaciones de larga evolución de las especies para mantener su funcionamiento y hacerlos resistentes al cambio climático. De lo contrario, los hábitats son cada vez menos capaces de preservar un clima estable, proporcionar agua dulce, polinizar cultivos y proteger a la humanidad de los desastres naturales y las enfermedades.

ZONAS TROPICALES Y SUBTROPICALES

Para comprender mejor esta crisis de extinción de especies, los investigadores analizaron la abundancia y distribución de especies en peligro crítico. Descubrieron que 515 especies de vertebrados terrestres (un 1,7% de todas las especies analizadas) están al borde de la extinción, lo que significa que tienen menos de 1.000 individuos.

Alrededor de la mitad de las especies estudiadas tienen menos de 250 individuos. Según el estudio, la mayoría de las especies en peligro de extinción se concentran en regiones tropicales y subtropicales, que se ven afectadas por la invasión humana.

Además de las crecientes tasas de extinción, la pérdida acumulada de poblaciones (grupos individuales y localizados de una especie en particular) y el rango geográfico han llevado a la extinción de más de 237.000 poblaciones de esas 515 especies desde 1900, según los investigadores.

Con menos poblaciones, las especies no pueden cumplir su función en un ecosistema, lo que puede tener efectos ondulantes. Por ejemplo, la caza excesiva de nutrias marinas -el principal depredador de los erizos de mar, que se alimentan de algas marinas- provocó la muerte de las algas en la década de 1700, lo que se tradujo en la extinción de la vaca marina de Steller, que se alimentaba de algas.

"Lo que hagamos para afrontar la actual crisis de extinción en las próximas dos décadas definirá el destino de millones de especies", apunta Gerardo Ceballos, investigador principal del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien añade: "Nos enfrentamos a nuestra última oportunidad para asegurarnos de que los muchos servicios que la naturaleza nos brinda no sean irremediablemente saboteados".

EFECTO DOMINÓ

La pérdida de criaturas en peligro de extinción podría tener un efecto dominó en otras especies, según los investigadores. El 84% de las especies con poblaciones menores de 5.000 individuos viven en las mismas áreas que las especies con poblaciones con menos de 1.000 ejemplares. Esto crea las condiciones para una reacción en cadena en la que la extinción de una especie desestabiliza el ecosistema, poniendo a otras en mayor riesgo de extinción.

"La extinción genera extinción", sentencian los autores del estudio. Debido a esta amenaza, los científicos solicitan que todas las especies con poblaciones de menos de 5.000 individuos sean catalogadas en peligro crítico en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), una base de datos internacional utilizada para informar las acciones de conservación a escala global.

Entre otras acciones, los investigadores proponen un acuerdo global para prohibir el comercio de especies silvestres. Argumentan que la captura o caza ilegal de animales salvajes para alimento, mascotas y medicinas es una amenaza continua y fundamental no sólo para las especies al borde de la desaparición, sino también para la salud humana.

El Covid-19, que se cree que se originó en los murciélagos y se transmitió a los humanos a través de otra criatura en un mercado de animales vivos, es un ejemplo de cómo el comercio de vida silvestre puede dañar a la humanidad, según los investigadores, quienes recalcan que animales salvajes han transmitido otras enfermedades infecciosas a humanos y animales domésticos en las últimas décadas por la invasión del hábitat y la recolección de vida silvestre para la alimentación.

"Depende de nosotros decidir qué tipo de mundo queremos dejar a las generaciones venideras: uno sostenible o uno desolado en el que la civilización que hemos construido se desintegra en lugar de basarse en éxitos pasados", concluye Peter Raven, presidente del Jardín Botánico de Missouri (Estados Unidos) y coautor del estudio.

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