¿qué impacto ambiental tiene el turismo espacial?
El turismo espacial parecía ciencia ficción hace solo unos años y, aunque todavía está en pañales, ya ha empezado a dar sus primeros pasos. Durante las últimas semanas, las empresas privadas que trabajan en la industria de los cohetes han lanzado ya a sus acaudalados viajeros hacia el espacio. Nadie duda de que lo que han hecho Virgin Galactic, Blue Origin o SpaceX se convertirá en pocos años en algo más que una hazaña esporádica y pasará a ser algo rutinario y habitual.
Secciones - Contaminación10/08/2021RedacciónLos expertos alertan de que el lanzamiento de cohetes genera emisiones y otras consecuencias que no son precisamente positivas para el entorno. Es cierto que el volumen actual de lanzamientos sigue siendo muy pequeño como para que suponga una amenaza clara para el medio, pero sí puede serlo cuando los vuelos espaciales turísticos se conviertan en algo cotidiano.
Como ha recordado el divulgador científico Álex Rivero, la compañía Blue Origin, de Jeff Bezos, presume de que sus motores son limpios, al utilizar hidrógeno y oxígeno líquidos. Son motores más respetuosos que los de Space X o Virgin Galactic. Esta última compañía emplea un combustible basado en carbono, polibutadieno terminado en hidroxilo y óxido nitroso. Space X emplea keroseno y oxígeno líquido.
Son los combustibles necesarios para impulsar los cohetes al espacio. Durante esta trayectoria a través de la atmósfera, estos artefactos generan gases de efecto invernadero y contaminantes. En el caso del BE-3 de Blue Origin origina grandes cantidades de vapor de agua, pero en el caso de las otras dos empresas se genera también dióxido de carbono y hollín.
Además, el óxido nitroso de Virgin Galactic genera asimismo óxidos de nitrógeno, que contribuyen a la contaminación del aire.
Dos tercios del combustible emitido se libera en la estratosfera. Allí, los óxidos de nitrógeno y los elementos químicos formados por la ruptura del vapor de agua convierten el ozono en oxígeno, reduciendo la capa que protege la vida frente a la radiación ultravioleta del Sol.
El vapor de agua, además, también genera nubes que hacen que esas reacciones se desencadenen a un ritmo mucho más alto que en condiciones normales. Y las emisiones de dióxido de carbono y hollín provocan que el calor quede atrapado en la atmósfera, contribuyendo así al calentamiento global.
Son, indudablemente, efectos que se notarán más cuanto más aumente el número de viajes al espacio. Pero es que Virgin Galactic anuncia 400 vuelos al año tan pronto como le sea posible. Según los expertos, con algo más de 100 lanzamientos al año ya se provocarían efectos dañinos mesurables y comparables, por ejemplo, al impacto que genera la aviación.
La profesora de Geografía Física en la universidad UCL de Londres Eloise Marais señala que “un cohete puede emitir de cuatro a diez veces más óxido de nitrógeno que Drax, la planta térmica más grande del Reino Unido, en el mismo periodo”.
El dióxido de carbono de los cohetes
Sin embargo, el dato más preocupante es el del CO2. “Las emisiones de dióxido de carbono para cuatro turistas en un vuelo espacial será de entre 50 y 100 veces más que las 1 o 3 toneladas por pasajero en un vuelo de avión de largo recorrido”, señala Marais en un artículo publicado en The Conversation.
El mundo se dirige, lentamente pero con seguridad, hacia la colonización del espacio, y ello incrementará la emisión de los mismos gases que ya afectan a la atmósfera desde tierra firme o a través de la aviación.
No es solo el turismo espacial. Cada vez son más las agencias espaciales, privadas y públicas, que se lanzan a un verdadero frenesí de constelaciones de satélites destinados a la mejora de las comunicaciones por internet. En el caso de SpaceX, su constelación Starlink terminará componiéndose de decenas de miles de satélites, lo que multiplicará por diez o veinte el número total de satélites lanzados en toda la historia de la humanidad desde el famoso Sputnik 1.
Pero otras compañías van a seguir los mismos pasos, lo que supone una cantidad de lanzamientos de cohetes creciente. Por no hablar de la construcción de estaciones espaciales o incluso el hotel privado Aurora que también se proyecta en órbita. Todo ello requerirá cada vez más cohetes y más emisiones a la atmósfera.
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