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El buitre negro (Aegypius monachus) desapareció de los Pirineos durante la segunda mitad del siglo XIX. Hoy, casi 200 años después, y gracias a distintas iniciativas públicas y privadas llevadas a cabo en estos años, entre ellas una en la que participa Endesa, la colonia de estas aves necrófagas está consolidada en el Pirineo.
Así lo avalan las últimas cifras aportadas por Trenca (entidad dedicada a la conservación) en el marco del proyecto de preservación de la especie en el que colabora Endesa.
En concreto, el pasado año 2022 se contabilizaron en la Reserva Nacional de Caza de Boumort (en el Pallars Jussà, Lleida, núcleo central de la población reintroducida) 65 individuos de buitre negro, se formaron 18 parejas y nacieron 11 pollos, de los cuales, 9 llegaron a volar.
Entre ellos, a 4 se les instaló un dispositivo GPS para conocer con mayor detalle sus movimientos. El proyecto de radioseguimiento es un proyecto conjunto en el que intervienen la Generalitat de Catalunya, Gobierno de Aragón, SARGA, RNC de Boumort, Cuerpo de Agentes Rurales, UAB, entre otros.
Las cifras observadas en 2022 mantienen la tendencia de los últimos años por lo que bien puede hablarse de consolidación de la colonia, si bien el reto sigue siendo grande: aumentar la población y extenderla a nuevos territorios.
España alberga el 86% del total de la población europea de buitre negro (entre Extremadura, Castilla la Mancha, Castilla León, Andalucía, Madrid y Cataluña). La especie está catalogada como vulnerable tanto en el Libro Rojo de las Aves de España como en el Catálogo Español de Especies Amenazadas.
Hasta la fecha, se han logrado algunos de los objetivos del proyecto de reintroducción. Por un lado, se ha recuperado el macizo prepirenaico como territorio de cría para una especie clave para el funcionamiento de los ecosistemas.
No hay que olvidar que, a pesar de la inmerecida mala fama que las acompaña, las aves necrófagas desempeñan un papel primordial en el funcionamiento de las cadenas tróficas mediante la eliminación de cadáveres en el campo, son los sanitarios del monte, de ahí su gran valor. Además, indirectamente, contribuyen también a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La Reserva Nacional de Caza de Boumort es el centro neurálgico de la reintroducción de la especie en el Pirineo. De los 65 individuos observados este año, 23 han sido reintroducidos, 28 han nacido en la colonia y los otros son de origen exógeno (7 ibéricos y 3 franceses).
Como es natural, el porcentaje de individuos nacidos en Boumort aumenta, mientras que el porcentaje de individuos reintroducidos disminuye. Boumort se convierte así en un puente ecológico entre poblaciones, aparte de recuperar un territorio de cría histórico para el buitre negro, garantiza la conectividad y el intercambio genético entre poblaciones y reduce su riesgo de extinción. Ello denota la buena marcha del proyecto.
Más allá de su establecimiento en Boumort, el objetivo del proyecto es extender la colonia a otros puntos al oeste del Pirineo. Por ello, adquieren una especial relevancia los PAS, o Puntos de Alimentación Suplementaria; muladares desde los que Trenca proporciona alimento de manera controlada a buitres y otras aves necrófagas.
Concretamente, ha sido la creación y gestión de los PAS el aspecto del proyecto que se ha hecho posible mediante la participación de Endesa desde 2013.
Gracias a este apoyo, Trenca ha puesto en funcionamiento y gestiona una red de cuatro Puntos de Alimentación Suplementaria (PAS) y/o Específica (PAE) para reforzar los vínculos entre los buitres negros reintroducidos y la zona de liberación.
A lo largo del año, se han vertido, entre los tres PAS, un total de 18.013 kilogramos de carroña. A diferencia de otros puntos de alimentación similares, desde estos PAS se prepara un menú específico adaptado a las distintas especies necrófagas.
Así, se aportan piezas pequeñas de carroña (sobre todo codornices y patas de cordero) y se distribuyen estratégicamente por el recinto para favorecer la diversidad de especies que se benefician. Este sistema de alimentación, además, ha supuesto el ahorro de 6.490 kilogramos de CO2 en la atmósfera, dado que se ha evitado la incineración de estos elementos.
Actualmente, estas acciones se encuentran enclavadas en el Plan de Conservación de la Biodiversidad que la compañía eléctrica tiene en marcha desde 2012. Este Plan forma parte de las acciones que la Compañía desarrolla para el cumplimiento del objetivo último de conservación que ha sido establecido como uno de los siete Compromisos para un Desarrollo Sostenible en el marco del primer Plan Estratégico de Sostenibilidad de Endesa.
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