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La construcción sostenible incluye el control adecuado de los residuos generados en obras, reformas y demoliciones. Este tipo de materiales, conocidos como RCD (residuos de construcción y demolición), representa una parte importante del impacto ambiental del sector. Su tratamiento adecuado permite reducir la acumulación en vertederos y reutilizar componentes en nuevos proyectos.
La gestión de residuos RCD adquiere relevancia en el marco de la economía circular. Esta práctica busca reducir la contaminación y fomentar el aprovechamiento de materiales. Existen normativas que regulan su tratamiento, las cuales deben ser respetadas por las empresas. La aplicación de estas normas obliga a los contratistas a implementar procedimientos que minimicen los efectos negativos de las obras sobre el entorno.
Las plantas especializadas cumplen un rol central en este proceso. Están diseñadas para recibir, clasificar y transformar los materiales generados en obras en productos útiles. Escombros, por ejemplo, pueden ser convertidos en áridos reciclados para uso en rellenos, bases de caminos o drenajes. Esta reutilización permite reducir la extracción de materias primas y el consumo energético asociado.
El papel del estado también resulta clave. Las autoridades deben establecer marcos regulatorios precisos y facilitar su cumplimiento. Esto incluye tareas de inspección, auditoría y acompañamiento técnico a empresas del sector. Un sistema legal bien estructurado puede incentivar el desarrollo de soluciones técnicas y logísticas para una mejor recuperación de materiales. Con ello se promueve no solo el cumplimiento ambiental, sino también la eficiencia en el uso de recursos.
El reutilización de hormigón, ladrillos, madera y metales reduce la presión sobre los recursos naturales y disminuye la huella de carbono de la industria. Esta práctica no solo limita los impactos directos de la extracción, sino que contribuye a la conservación de ecosistemas y a una reducción de residuos sólidos urbanos.
Los beneficios económicos también son relevantes. Las empresas que reutilizan materiales pueden reducir los costos de transporte y disposición final. A su vez, se generan oportunidades laborales en plantas de tratamiento y centros logísticos. La creación de un mercado para productos reutilizables en construcción impulsa la actividad local y ofrece soluciones competitivas.
“La correcta gestión de este tipo de residuos también contribuye a la reducción de emisiones de CO₂, ya que el reciclaje de materiales consume menos energía en comparación con la producción de nuevos”, explican en Aresán, áridos reciclados.
La capacitación del personal técnico y la información al público son factores necesarios para mejorar los procesos. La formación especializada en gestión de residuos puede elevar los estándares de calidad de las obras y facilitar el cumplimiento normativo. Asimismo, el conocimiento general sobre la reutilización de materiales puede aumentar su aceptación en el mercado y fomentar su demanda.
Incorporar estos procesos dentro del ciclo productivo es parte del desafío que enfrenta el sector. Las empresas, los gobiernos y los consumidores tienen un rol que cumplir para consolidar prácticas sostenibles. La transformación de materiales descartados en insumos útiles ya es posible y su implementación puede mejorar la eficiencia de la construcción y reducir sus impactos.
El desarrollo de políticas públicas, la inversión en tecnología y la cooperación entre sectores pueden facilitar esta transición. Con estos elementos, la gestión adecuada de residuos de obra puede convertirse en una herramienta útil para mejorar la planificación urbana y reducir la presión ambiental.
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