Cotorras: Una plaga dificil de controlar

La cotorra o cata verde es una especie nativa considerada “plaga” para la agricultura en la pampa húmeda a causa de los daños que genera en los cultivos extensivos. En los últimos años esa problemática se trasladó a esta región en la que se registró un aumento en la población de aves con su consecuente impacto en los frutales de la zona.

Académicas 07/02/2021 INTA
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Según la técnica del INTA Cipolletti, Soledad Urraza, aumentaron las consultas de los productores que percibieron daños en todo el ciclo de los frutales de pepitas, carozo y frutos secos. Al respecto, la profesional señaló que además del crecimiento de la población de cotorras se modificaron sus hábitos alimenticios: “En un principio, las cotorras consumían preferentemente los frutos maduros. Hoy, además de picotear la pulpa de la fruta, se alimentan de la semilla o pepa, y en época de floración consumen las yemas hinchadas y se llevan los brotes para armar los nidos”.

Esta temporada el impacto registrado en algunas chacras de cultivos de almendros fue en aumento: “Se registraron daños en zonas protegidas de los cuadros, en donde se observaron ramas con frutos dañados que van del 13 al 58%”, explicó Urraza.

Es importante conocer algunos hábitos de estas especies para poder elaborar estrategias de manejo adecuadas. A diferencia de otras especies de loros, las cotorras construyen sus nidos en diversos tipos de árboles y estructuras artificiales, como torres o galpones y suelen desplazarse entre 3 y 5 km desde el nido hasta los sitios de alimentación en primavera-verano y hasta 24 km en otoño-invierno.

“En esta zona se detectó que las cotorras construyen sus nidos en cercanías de las costas de los ríos y vuelan hacia las chacras para conseguir alimento”, señaló Urraza, y agregó: “en invierno, cuando se acaba la época de reproducción, se desplazan hacia otros lugares y ese es el momento ideal de control para evitar que luego aniden en cercanías de los lotes de producción”.

De acuerdo con Sonia Canavelli, investigadora de INTA Paraná, las estrategias de manejo del problema requieren un muy buen diagnóstico y una planificación específica para cada plantación, por las características propias del sistema de producción, la especie y su entorno. De todos modos, la especialista consideró que existen ciertas recomendaciones generales que pueden ayudar teniendo en cuenta los hábitos de estas aves, el funcionamiento de las herramientas disponibles y la necesidad de integrarlas de manera racional.

Existen una serie de herramientas de ahuyentamiento visuales y auditivas que son eficaces para dispersar las aves, pero que cubren áreas pequeñas lo que conlleva a aplicar múltiples dispositivos y moverlos de lugar periódicamente.

Algunas de estas herramientas son visuales como el uso de cintas reflectoras, CDs, y otros objetos brillantes que se muevan con el viento como los globos pintados, láser o espantapájaros. Por otra parte, suelen utilizarse elementos auditivos como pirotecnia, disparos estruendosos y azarosos, cañones de explosión, bombas de estruendo o combinaciones de ambos (visuales y sonoros), como espantapájaros inflables.

Otra alternativa de manejo efectiva es la exclusión de las aves del lote mediante la protección física de los cultivos con el uso de redes anti-pájaros instaladas de tal forma que lleguen a cubrir hasta el suelo.

Al momento de elaborar la estrategia de manejo de las aves es necesario tener en cuenta que a pesar de que se las puede ahuyentar, si la cotorra no encuentra alimentos en otros sitios cercanos es probable que regrese a la chacra. “La eficacia de los métodos depende de la disponibilidad de sitios alternativos donde las cotorras puedan ir a alimentarse sin que las molesten”, señaló Canavelli.

Estos animales suelen acostumbrarse rápidamente a las prácticas disuasivas y entre los 5 y 7 días de convivencia con estos métodos pueden ser indiferentes a su presencia. Por esa razón, las especialistas recomiendan combinar distintas técnicas, considerando el factor sorpresa.

Es clave implementar las medidas de ahuyentamiento en época no reproductiva (otoño-invierno), antes que las aves establezcan el sitio para alimentarse, y, diariamente, antes que se posen cuando están en vuelo. Asimismo, es aconsejable combinar al menos dos alternativas del mismo tipo simultáneamente – por ejemplo, disparos de escopeta y cañón de explosión–.

“Es fundamental implementar estas técnicas continuamente hasta que el problema desaparezca y, de ser posible, planificar estas actividades con anticipación, designando al menos una persona responsable de la tarea”, remarcó Canavelli.

Además de tener en cuenta estas recomendaciones, es necesario un abordaje integral de la problemática, ya que “trasciende las tranqueras de las chacras”. Para ello, es preciso coordinar acciones entre el INTA, SENASA, departamentos de faunas y Ministerios de producción de las provincias.

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